41. Ella se sienta en una de las mesas de la vereda y el saludo es un pájaro asustado entre sus manos. Churyúmov y Guerasimenko, en cambio, sonríen en un gesto sólo perceptible para esos hombres que, con sus faldones largos, doblan la esquina y se distribuyen en la calle según lo establecido. 42. Nadie […]
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